Es evidente que el soporte papel ofrece unas oportunidades comunicativas únicas, no igualadas por la comunicación digital. El papel permite jugar con sensaciones visuales y táctiles como ningún otro medio. Hoy en día, las posibilidades de la impresión van mucho más allá del negro sobre blanco: troquelados, relieves, estampados, plastificados y barnizados, impresión sobre papeles especiales… uno de los efectos más llamativos y de mayor utilización es la obtención de efectos metalizados (dorados, plateados…). Sobre este tipo de efectos es sobre los que vamos a hablar en esta entrada.

Cuando se habla de impresión metalizada en artes gráficas podemos estar refiriéndonos a cosas muy distintas, ya que el efecto puede conseguirse de varias formas: mediante el acabado conocido como “stamping”, o con la aplicación de tintas especiales, o bien con la utilización de papeles previamente metalizados. Cada una de estas tres opciones tiene unas características propias en cuanto a calidad del efecto obtenido, coste, durabilidad y forma de preparación de los archivos.

“Stamping” metálico

El stamping es un proceso de acabado por el cual una película formada por adhesivo, aluminio, resinas y poliéster es transferida al soporte mediante la aplicación de calor y presión.

Ventaja:

Permite obtener efectos metalizados de gran viveza.

Inconvenientes / Limitaciones:

Precisión: No puede aplicarse a detalles extremadamente finos del diseño.

Coste: Es un acabado muy caro en relación a otras alternativas.

Tintas metalizadas

El efecto metalizado puede conseguirse también mediante el uso de tintas planas (las tintas “pantone” de toda la vida) a las que se les han añadido pigmentos que les confieren tonos dorados, bronce o plateados.

Ventajas:

Pueden imprimirse degradados, de la misma manera que con una tinta directa convencional.

El coste: normalmente el uso de pantones metálicos tiene solamente un pequeño sobrecoste respecto a las tintas directas no metalizadas.

Inconvenientes / Limitaciones:

El efecto metálico no es tan destacado como el que se consigue con otros métodos

Papel metalizado

En este caso el efecto metalizado se obtiene con el uso de papeles a los que se ha aplicado un proceso de metalización específico.

Esta opción es sin duda las más flexible de todas, ya que nos permite obtener una “versión metalizada” de cualquier color que utilicemos en nuestro diseño. ¿Por qué? Porque las tintas tienen un alto grado de transparencia, de manera que si las imprimimos sobre un papel previamente metalizado, recogerán esta característica sin por ello perder el propio color, con lo que conseguimos conferir un aspecto metalizado a cualquier color utilizado en el diseño.

En aquellos casos en los que nos interese conservar los colores originales, es decir, que no se vean afectados por el efecto metalizado del papel, aplicaremos la técnica del “blanco cubriente”, que simplemente consiste en aplicar sobre el papel una tinta blanca que suprime (cubre) el metalizado, para a continuación imprimir nuestro diseño CMYK sobre dicha tinta cubriente.

Ventajas:

Por un coste razonable permite obtener una extraordinaria diversidad de efectos metalizados. Con la impresión sobre papel metalizado obtenemos una variedad de colores lacados, en función del papel (dorado, plateado o perla) y de los colores utilizados en el diseño.

Con la utilización de la tinta blanca cubriente podemos combinar en nuestros diseños el efecto metálico del papel con tintas cmyk convencionales.

Inconvenientes:

En aquellos casos en los que se trata de obtener un efecto metal puro, es más aconsejable ir a la opción del estampado.

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